Se oye por allá decir que hay que saber dirigir, pero no saben cómo ni por qué. Dirigir no es dictar acciones, normas o procedimientos.
Para dirigir se necesita antes que otra cosa, conocimiento del caso y talento intelectual para lo cual es necesario entender a fondo el caso y enfocarlo con cariño intelectual hacia la meta debidamente estudiada y que no sea solo la afición de mejorar los números y ganancias, lo que este impulsando mecánicamente a esas directrices.
La inteligencia natural dirigida del estudio y la tenacidad acompañados de los Dones del Espíritu Santo nos dará el coraje para saber dirigir inteligentemente a los que nos debemos.
Para dirigir se necesita tener cariño hacia los demás, metas nobles y positivas fuera de toda codicia y desprecio.
Para poder dirigir debemos de conocernos a nosotros mismos, a nuestra función en la vida y siempre fijándonos en el bienestar ajeno. Seamos dirigentes de hecho y no de palabra usando el consenso y consejo de los demás.
Adelante muchachos si queréis llegar a dirigentes, tenéis mucho que estudiar, aprender y estimar.
Con cariño, Raymond
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