Actualmente, observamos la creación de programas de emprendimiento en los que una o más personas se unen para identificar un negocio o un sector de interés. Asumiendo el mando, están dispuestas a enfrentar tanto los riesgos como los éxitos de una nueva empresa.
Es importante promover estas incubadoras de empresas, ya que es en estos espacios donde trabajadores bien formados, con las habilidades adquiridas en escuelas y universidades, pueden iniciar proyectos que producirán bienestar social y económico en su entorno.
Un emprendedor tiene la mente de un iniciador y la fortaleza para asumir los riesgos que implica partir de poco hacia algo más grande. Un buen emprendedor es aquel que, identificando la dirección, el volumen y las necesidades del mercado, se dedica a consolidar con responsabilidad los esfuerzos materiales y habilidades para crear una entidad productiva que beneficie tanto a los creadores como a los consumidores.
Tener espíritu emprendedor es el primer paso para avanzar, donde el trabajo, la eficiencia y el capital se fusionan en un compromiso empresarial que traerá paz y tranquilidad a su alrededor.
Apoyemos a los emprendedores de comercios, industrias y servicios, teniendo siempre presente que el éxito de todo trabajador dependerá de los conocimientos adquiridos a través del estudio y la práctica, junto con una actitud positiva de hombres y mujeres de bien.
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